La llegada de Sofía a Buenos Aires Nada podía anticipar la emoción que invadiría a Sofía Martínez tras aterrizar en Buenos Aires. El bullicio del Mundial de Clubes quedó atrás cuando, apenas pisó suelo argentino, su primer impulso la llevó directo al encuentro más esperado: conocer al hijo de su hermano Tomás y su pareja, Camila. El primer encuentro con su sobrino Entre abrazos nerviosos y lágrimas discretas, Sofi levantó por primera vez a su sobrino. Sostuvo al bebé contra su pecho, acariciando su diminuta cabeza mientras intentaba asimilar el milagro que tenía ante sus ojos. “Día histórico. Conocí al hijo de mi hermano. Hola, sobrino del alma”, escribió más tarde junto a una imagen en la que la ternura le desbordaba el rostro y los brazos protegían con devoción al niño. Corazones celestes decoraban el mensaje, pequeños símbolos para una felicidad imposible de contener con palabras. La magia de la vida familiar renovada En otra postal de ese encuentro, aún aferrada al pequeño, se fundía en un abrazo con los padres del recién nacido. “Los amo con todo mi corazón. No puedo creer que sea su hijo realmente. Qué flash tan grande”, revelaba, todavía incrédula ante la magia de la vida familiar renovada.